
¿Qué es el haiku y por qué lo escribo?
Hace algunos meses me inscribí a un curso exprés de Haiku porque: uno, ya había leído antes sobre este genero literario japonés. Dos, me llamaba la atención por la manera en que estaba escrita. Y tres, porque necesitaba urgentemente una forma distinta de expresar mis sentimientos.
Últimamente he subido muchos haiku a mis redes sociales. También he realizado compilaciones aquí en el blog, pero tal vez no sabes lo que es el haiku, cómo se compone ni por qué he estado escribiéndolo mucho. Ahora te voy a sacar de dudas.
¿Qué es el haiku?
Es un género literario japonés sin rima ni metáfora que nos aleja del mundo interior y nos acerca a la descripción de la naturaleza, la eternidad y lo cíclico de las estaciones del año; la nostalgia y los sentimientos de las cosas. Es una forma de ver nuestro alrededor, de percatarnos de los pequeños detalles. Sus versos están presentes en la vida diaria, en un instante que se vuelve infinito. Una expresión de sensibilidad con el entorno.
Un viejo estanque
el salto de una rana
ruido del agua
—Matsuo Basho
Pero además de ese significado tan poético, natural y extremadamente espiritual, el haiku tiene reglas; así como distintas formas. Para resumir: se compone de tres versos de 5-7-5 sílabas. Aunque no es tan sencillo como se escucha, ya que el conteo en español es muy diferente al japonés cuyo idioma está compuesto por puras sílabas.
Utiliza una palabra de estación llamadas “kigo“. En otras palabras, es una palabra que evoca a una de las cuatro estaciones, ya que en el haiku es muy importante. Por ejemplo: luciérnaga es una kigo de verano, por lo que, si quiero escribir un texto veraniego, puedo colocar la palabra “luciérnaga” y listo. Existe una lista con las kigo, su significado y la estación a la que corresponde. Hay que estudiarlas mucho.
Ciudad de Kyoto
cual fértil primavera
para los versos
—Natsume Soseki
También tiene algo llamado “kireji“; una pausa gramatical que genera expectación, sorpresa y que algo sucedió entre los versos anteriores, la pausa y ese nuevo verso.
Y por último, debe estar presente eso que sucedió en un instante, evoca a la eternidad y al ciclo de la vida.
Otras formas de haiku
Como aún estoy aprendiendo, me he ayudado a hacer escribir otras variantes del haiku. El que utilizo con mayor frecuencia es el “Senryu“; una tipo de haiku que no lleva palabra kigo y al que se le pueden agregar elementos humanos como una taza de té, un libro o un avión. También tiene mucho que ver con las emociones personales; incluso una crítica social, humor negro o la debilidad de los individuos.
Matsuo Basho, reconocido poeta japones y haikuista, escribe muchos senryu en su libro “Diarios de Viaje”; así como algunos haiku. Un libro que vale mucho la pena leer porque, además de colocar este tipo de poemas, describe en prosa su recorrido por Japón. A este tipo de género literario se le llama “haibun” y es uno de los que también estoy experimentando.
Por último, existe en “haiga“, una combinación entre haiku e imágenes para complementar la idea. Otro género que poco a poco intento implementar.
¿Por qué escribo haiku?
Cuando fui a Japón por tercera vez, fui en búsqueda de paz, de mi propia espiritualidad. Existieron momentos increíbles que me hicieron escribir algunos poemas o frases; pero fue el último día, cuando visité el Shinshō-ji, un templo en el pueblo de Narita, que la inspiración llegó a mí en forma de lágrimas y versos y versos por escribir. Quería describir lo que veía en ese momento: la luna, el bosque, el atardecer. Lo que sentía: el frío, la soledad, el silencio. Escribí muchos poemas, tratando que se asemejaran a los haiku que había leído tiempo atrás; pero estaba demasiado lejos de la realidad.
Cuando los volví a leer, no me gustaron, no transmitían eso eterno, ese instante en el que dejé mi cuerpo humano para fundirme con la naturaleza, las emociones y la nostalgia que evocaba en mi interior estar de pie, frente a la luna, el último día de mi viaje.
Necesitaba algo más. Algo que llenara mis versos de eso que no sabía lo que era. Eso que descubrí cuando empecé a leer literatura japonesa y tomé el curso de haiku: la importancia de la naturaleza, la empatía de la vida y lo que transcurre dentro de ella, por muy pequeño que fuera. La eternidad que se vuelve un instante; el pasar de las estaciones del año y lo relevante que es tanto para mí, como para la cultura japonesa.
Templo rojizo
el frío soporta
la luna llena
—Rosée
Después de leer varios libros, de sumergirme en el pensamiento japonés dentro del haiku y descubrir la manera en que los japoneses ven y sientes su alrededor; comprendí muchas cosas. Entendí el por qué me gusta su cultura, el por qué me siento cómoda cuando estoy allá y la tristeza que siento cuando es momento de partir. Gracias al haiku, comprendí mi existencia.
Sólo escribiendo se aprende a escribir
Siempre lo he dicho, me lo dijeron mis maestros y ahora lo llevo a cabo: la mejor manera de aprender a escribir es haciéndolo. Por eso no dejo de escribir haiku o senryu. No soy una experta y puede que esté cometiendo errores porque, lamentablemente, no tengo a un maestro a mi lado que me guíe en este proceso. Pero no por eso he dejado de crear haiku.
Hojas marchitas
se mueven con el viento
ladrar del perro
—Rosée
Cuando estoy en algún parque, camino en la calle o sucede algo inesperado dentro del mundo humano, escribo lo que percibo, lo que siento y lo que veo. Me llena el alma de dulzura, de vida; una razón para seguir escribiendo gracias al amor que le tengo a la naturaleza y los sentimientos que ella despierta en mí.
El mono no aware que siempre he tenido presente en mi vida y que no lo entendía: la apreciación melancólica de la transitoriedad de la vida, de aquellos instantes que para los demás podrían ser inexistentes, carentes de importancia; pero que son la esencia del mundo, fuera de lo material; sino de lo espiritual. De esa sensibilidad dentro del mundo zen.
Mi favorito, hasta el momento es el que les dejo a continuación. Uno que escribí a finales de primavera, cuando vi un árbol de jacaranda que mantenía en pie, con sus colores brillantes, unas flores moradas en lo más alto de su imponente verde follaje.
He escrito muchos haiku o senryu últimamente, algunos me gustan mucho, con otros no encontré lo que realmente quería expresar. Seguiré practicando.

