
La cura para el alma: los libros
Existen muchas formas de curar el alma aunque a veces sintamos que es es imposible. Una taza de té, ver un atardecer, escuchar nuestra canción favorita cinco veces seguidas…Pero algo que no sólo sana el espíritu, sino que también lo nutre, son los libros.
La cura para el alma: los libros
Comprar, pedir prestado, ver, oler; caminar entre estanterías, leer o recibir un regalo un libro, es lo más gratificante, regenerador y pacífico para el corazón y el alma. Por eso siempre recurro a este tipo de “ritual”. Y lo llamo así porque no importa como llegue el libro a mí, todas son parte de la sanación de mi espíritu.
Ir a una librería y revisar las estanterías aunque no compre nada; sana el alma. ¿Por qué? Porque veo títulos nuevos, porque recorro los volúmenes, las tapas y veo portadas que me llaman la atención. Si es un librería en la que puedo hojear sus letras, me siento a disfrutar de sus frases, de sus historias y de aquello nuevo que me entregan. Si compro alguno, ¡qué mejor! Esa sensación de tener un volumen nuevo, de abrirlo, olerlo y pasar los dedos por su portada o las palabras que esperan a ser leídas es similar a cuando subo a un avión para emprender un viaje a lo desconocido.
Si voy a una biblioteca, es una cura para el corazón el revisar las estanterías, leer un par de líneas y pedir prestados la mayor cantidad de libros posible. Aunque no lea todo en el tiempo que me imponen; siempre saco todos los libros que puedo, reviso sus páginas que han sido leídas por alguien más y recorro aquellas frases que fueros subrayadas por otra persona.
Los libros de una biblioteca otorgan una perspectiva diferente ante uno nuevo. Su energía es distinta y el ritual diferente. Uno nuevo será para mí por primera vez. Uno que ya fue leído, dejó su marca personal en la historia. Me he encontrado con frases subrayadas, separadores olvidados; notas a pie de página y hasta dedicatorias. Son una historia dentro de otra historia.
Cuando me regalan libros, soy feliz
Amo que me regalen un libro. Es una sensación revitalizadora porque saben que lo que más me gusta en la vida es leer. Cuando me prestan algún ejemplar, también me llena de gozo. No sólo porque tengo libros nuevos por leer, sino porque alguien a quien aprecio y siente cariño por mí; se tomó la molestia de envolverme un libro pensando en mí, o me presta alguno con la idea de que me ayudará para algo en mi vida.
Un libro prestado o regalado tiene la energía de alguien que conozco y que su intención es buena. Si me lo prestan, me platican lo que les pareció y lo que puedo encontrar en él. Si me lo regalan, llego a entender que me lo entregan con cariño, para aprender, pensar o para tener una historia más en la que podré vivir por un tiempo. Y que lo hagan con esa idea en mente, me calienta el corazón; en especial cuando estoy atravesando por un mal momento.
También, disfruto mucho de esos lugares ajenos donde hay libros porque me trae mucha paz. Me gusta ver estanterías llenas de volúmenes que no conozco, que he leído y que hablan de la persona. Si es de confianza, le pido prestado alguno, si no, siempre puedo pedirle que me deje ver su biblioteca personal; y ser feliz con eso.
Los libros, siempre serán una cura para mi espíritu

No importa si estoy triste, enojada o con mucho dolor, los libros siempre serán esa medicina para el alma que muchas veces necesito. Están ahí para ser leídos, para ser amados u odiados; para hacerme pensar en alguna otra cosa; incluso para sacarme de la realidad que vivo en ese instante.
Desde que paso mis manos por las tapas hasta terminar la historia; leer o tener un libro en mis manos siempre será una cura para mi alma cuando está fragmentada. Eso no quiere decir que no lea cuando estoy feliz. Los libros siempre están ahí para mí sin importar mi estado de ánimo. Me esperan para cuando sea el momento de abrir sus páginas.
Pero cuando tengo el corazón roto, me siento enojada, impotente o siento que la vida no tiene sentido alguno; los libros, librerías y bibliotecas están ahí para mí, para cuando los necesite; para secar mis lágrimas, para abrazarme por las noches de insomnio. Son una compañía fiel, un objeto que me entrega mucho amor y al que le tengo mucho respeto. Sin los libros no sería quien soy.
Llegué a esta conclusión gracias a la enorme cantidad en que mi alma ha sido destrozada, lastimada o pisoteada. La única salvación que tengo es a través de las páginas. Y lo seguirá siendo por siempre. No importa lo roto que tenga el corazón, las lágrimas, el enojo o el dolor; un libro siempre está a mi lado, no me falla; me escucha, me entrega historias, aprendizaje y crecimiento personal. Son parte de mi espiritualidad y sin importar la hora, el clima, el día o la situación; un libro siempre está cerca de mí como el mejor amigo, como parte de la familia, como un ser inerte que está repleto y lleno de vida.
Todos tenemos una medicina, una cura para el alma. La mía son los libros. ¿Cuál es la tuya?

