
Pensamiento #5: Navidad
Nunca celebré la navidad, no era algo que me llamara la atención. Convivía por estar presente; comía por el simple hecho de llenar mi estómago; regalaba o recibía los presentes por quedar bien. Mas nunca me sentí parte de la celebración.
Cuando llegaste fue distinto. Hacías que la fecha no fuera un tormento; que el día cobrara un poco de sentido. Tu amor incondicional, tu alegría y tu alma pura refrescaba la tensión que caía en mí cada vez que diciembre llegaba y tenía que fingir que las fiestas me interesaban. Al menos estabas conmigo, lo celebrabas conmigo y eras parte de ese mundo tan fatídico para mí.
Las fiestas nunca terminarán, cada año siempre se celebrarán; pero tú no eras inmortal. Después de catorce años la vida te abandonó y con dolor tuve que regresar a esos momentos de presión social, familiar y mundial. Ya no estabas; la única sonrisa en navidad ya no la podía ver y jamás volvería a ser parte de la festividad. ¿Para qué celebrar entonces? Mi amargura regresó y ahora para no irse jamás. Lo alegría que me enseñaste, la dulzura y el amor se fue ese día, en el que tu pequeño corazón, dejó de latir.

