
Recomendación literaria: Manazuru de Hiromi Kawakami
Hiromi Kawakami es una autora japonesa de romance y que describe, de una manera sutil y bella, los escenarios y las experiencias de los personajes. Manazuru no es la excepción.
Con esta historia, llena de signos mágicos y un tanto extraños, conocemos la historia de amor de Kei, una mujer de cuarenta y tantos años con una hija adolescente y que sigue enamorada de su marido, quien abandonó a su familia cuando la niña era apenas una bebé.
Kei tiene un novio, Seiji, que a la vez él tiene esposa e hijos. Kei se siente bien a su lado, pero cuando encuentra el diario de su desaparecido esposo; la vida de la mujer cambia. En especial cuando la última palabra que lee en el diario es: Manazuru.
“En cualquier caso, los que se llevan la peor parte son los que se quedan. “
La búsqueda de la verdad en Manazuru
Manazuru es una playa, un lugar que la llama sin parar, por lo que decide hacer el viaje varias veces para encontrar respuestas ya que Kei no sabe por qué su marido se fue de repente, dejando una familia sin despedirse y sin siquiera una carta.
Ella está aferrada al pasado. Necesita respuestas aunque éstas se las de una presencia un tanto fantasmal que la sigue siempre y que la incita a ir una y otra vez a Manazuru. Esta imagen es de una mujer que le cuenta su vida, que la lleva a lugares extraños y que se convierte en su amiga para así poder encontrar su marido perdido.
“Si cerraba los ojos, el balanceo me parecía mucho más fuerte. Sólo me levantaba un par de metros del suelo; pero tenía la sensación de que subía hasta el cielo y volvía a bajar a la tierra.”
También tiene problemas con su hija, una adolescente que a veces la ignora y que no comprende el por qué se está alejando de ella. Por otro lado, también empieza a tener distanciamiento con Seiji debido a que él sabe que el corazón de Kei le sigue perteneciendo a alguien más.
Todo gira en torno a la playa, a la imagen de la mujer y al recuerdo de Rei, su marido. El amor que aún le tiene y las preguntas sin respuesta.
“Una vez había oído que, si conseguías solar con algo que habías perdido, significaba que la herida de la pérdida empezaba a cicatrizar.”
El recuerdo de Rei se hace más fuerte cuando ella recibe de su ex suegro una carta donde le explica que, después de doce años, daban por muerto a su hijo y que le harían un altar aunque no tuvieran el cuerpo.
Kei está muy confundida y la presencia de la mujer la turba más cuando le muestra escenas que no suceden o le dice cosas incongruentes; pero al mismo tiempo, la mujer será quien la guía poco a poco a conocer ese pasado que Kei olvidó y el motivo de la desaparición de su amado esposo.
Una historia confusa y llena de momentos significativos
A pesar de que la trama se escucha sumamente interesante y linda, la verdad es que la manera en que está escrita la historia es un poco confusa y, por momentos, tediosa. Tiene frases que me cautivaron, momentos importantes aunque tal vez llegue a olvidar el algún momento y situaciones de la vida diaria, la naturaleza y los sentimientos humanos tan propios de la literatura japonesa.
Confieso que por momentos me perdí y que el libro no me llamó la atención en sus primeras líneas, pero me convencí que debía terminarlo por ser uno de los libros más famosos de la autora.
“En realidad, no era su voz la que me recordaba a a alguien, sino una especie de vibración que percibí en ella”
Me gusta la manera en que la mujer tiene ese sentimiento de querer regresar una y otra vez a Manazuru porque necesita respuestas y porque el lugar le llama desde el interior. Es algo que a mí me ha pasado cuando voy a Japón y el motivo por el cual regreso tantas veces.
Por otro lado, los personajes no me dejaron algo significativo; tal vez sólo la fantasma que, al contar su vida, sientes una especie de escalofrío. También me gusta el personaje de Seiji aunque sea un mujeriego con familia. Creo que es el más sensato en la historia y que lleva Kei a un final necesario y obvio.
“El recuerdo de Rei me perseguía como un zumbido en los oídos. Yo lo amaba. En realidad, aun no conozco el verdadero significado de la palabra amor. Quizá sólo decidí que lo que sentía por Rei era amor. De todos modos, el amor no servía para nada. No en un lugar como ése. Aun así, pensé que amaba Rei. Seguía amándolo incluso después de que me abandonara. No pude dejar de quererle. Es difícil amar a alguien que no está. Cuando no tiene destinatario, el amor se recluye en sí mismo como una bolsa vuelta al revés.”
Una historia llena de pasado
A la par de lo que sucede en el presente como los viajes de Kei y la relación de la mujer con su novio, su madre y su hija; la historia está llena de pasado. Se dice que la depresión es exceso de pasado por lo que catalogaría al libro como una novela depresiva, nostálgica y triste. Temas que me encanta leer.
“A veces, me sentía cansada de vivir. Trabajaba sin descanso de sol a sol, sin darme cuenta siquiera de que no hacía nada más que trabajar, sin saber qué me hacía feliz; sin conocer a fondo los sentimientos de los demás ni los secretos que albergaba mi propio corazón. Estaba harta de dejar pasar el tiempo sin vivir.”
A mí parecer, el problema de la novela es la confusión que existe cuando Kei está con la fantasma y la narración de la novela desde el inicio. Suceden situaciones que no comprendí, diálogos que no llegué a acomodar dentro de la historia; momentos que , para mí, salían sobrando.
La historia está tan cargada de nostalgia, que no sólo la falta del esposo es lo que entristece a Kei. Su relación con su hija que se aleja poco a poco; algo que los padres vivirán en algún momento de sus vidas. La relación con su novio y con la vida diaria. Ella es escritora y por más que desea escribir una novela, no puede y le cuesta. Su depresión es visible y esto hace que las frases y las situaciones sean nostálgicas; pero a la vez confusas.
“La verdad es que siempre había vivido en un ajetreo constante. Las mañanas se convierten en tardes y las noches, en mañanas. Los sombreros del año anterior ya nos se llevan al año siguiente. […]Ayer mi corazón lloraba por Rei; hoy anhela a Seiji. Ayer llevaba a Momo en brazos; hoy observo con estupor cómo se aleja de mí.”
Una manera distinta de contar las cosas
Lo que me gustó de la historia es la manera en que la autora utilizó el recurso de un ente para que la protagonista recordara el pasado que con tanto amor vivió. Son momentos entrañables para ella, que la marcaron y que extraña a pesar de que han pasado doce años desde que su esposo se fue.
“Tarde o temprano, todo el mundo se va. […] Amar no significa necesariamente estar juntos.”
Como mencioné antes; la historia está llena de sucesos del pasado. Esto hace que conozcamos más a Kei y el por qué ama tanto a Rei a pesar de que ahora está con Seiji. La falta que le hace, la pérdida y el duelo que aún tiene a pesar de los años. Conocemos los sentimientos de la hija y el por qué se aleja de su mamá. Incluso de la madre de Kei, quien la apoya y siente tristeza por el camino de su hija.
Es una historia cargada de mucha emotividad, de muchos sentimientos y con demasiado dolor por la pérdida de alguien que no se ha superado. Guiños hacia la naturaleza y hacia el plano espiritual. Creo que es una novela meramente japonesa, con todos los aspectos que distinguen a la literatura nipona.
Me hubiera gustado que Manazuru no hubiera sido tan confusa y que se hubieran eliminado escenas que no aportaban nada a la historia. Sin esos inconvenientes, la novela se hubiera perfilado como una de mis favoritas del año.

