El cielo es azul, la tierra blanca
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Recomendación literaria: El cielo es azul, la tierra blanca: Una historia de amor de Hiromi Kawakami

Hiromi Kawakami es una de las autoras japonesas que poco a poco se ha posicionado en en el mundo literario japonés debido a sus historias de amor cargadas de sentimientos, soledad y, por supuesto, de mucha añoranza. A mi parecer, es una autora que marca puntualmente lo que la literatura japonesa refiere. Si deseas conocer cómo es la literatura japonesa; historias donde las situaciones pasan lentamente, como si no sucediera nada; pero con una fuerte carga emotiva y triste, Kawakami es la indicada.

Y en el libro que les vengo a reseñar en esta ocasión, estos temas son tan puntuales y tan sobresalientes, que vale mucho la pena leer.

El cielo es azul, la tierra blanca: Una historia de amor

El cielo es azul, la tierra blanca

La historia cuenta la vida de dos personas solitarias que viven su existencia sin ningún cambio, sin nada que merezca la pena contar. Su vida es monótona, cansada, robótica; como la de todos los japoneses. Él es un maestro retirado de sesenta años, ella una trabajadora de cuarenta. Se encuentran por casualidad en un bar. ¿Lo que los une? Él fue maestro de ella cuando era una estudiante.

Matsumoto y Tsukiko son dos personas que han dejado el amor de lado. Él vive solo, ella no ha encontrado esa alma que la llene completamente. Al inicio, su relación se basa en la amistad y en la fuerte barrera de la edad que los separa. El señor Matsumoto es muy especial a la hora de comer, incluso a la hora de que alguien el sirva la bebida. Tsukiko es más juvenil a pesar de su edad y se nota profundamente la educación que ambos recibieron y la época en que ambos nacieron y el cómo ven al mundo.

Esta brecha de la edad es algo que al inicio los atormenta, en especial a Tsukiko, ya que ella empieza a enamorarse de su profesor; pero él es frío, distante, amargado incluso, no sólo con ella, sino con el mundo.

Ambos son seres tristes. Ella espera que él la mire, no le interesa la edad ni si él es capaz de amar a una mujer después de que su esposa lo abandonara. Ella intenta salir con otras personas, pero ninguna la hace sentir, o le entrega lo que ella desea en su vida, como lo hace el maestro.

Dos almas destinadas a estar unidas

El cielo es azul, la tierra blanca

La reseñas dicen que es la historia de amor más emblemática del momento, no por su amor cursi, sino por ese amor maduro que los personajes transmiten. Tal vez por la edad, ellos saben qué es lo que quieren en su vida; qué es lo que los llena y cómo es la forma en que desean ser amados.

Los dos han pasado por muchas cosas en su vida, experiencias y personas. Ambos saben que una relación amorosa es darle espacio al otro para ser como es. Los dos conocen muy bien que el amar no es poseer, sino complementarse y ser felices por su cuenta; pero al mismo tiempo, compartirla con alguien más.

Es por eso que Tsukiko, cuando empieza a salir con un ex compañero de la escuela, se da cuenta de que hay algo que no la está llenando; que existe algo que no la complementa: su otra mitad. El profesor, por su parte, se amarga porque no sabe si está en condiciones de amar a una mujer tan joven. Ambos se quieren, incluso llegan a pelearse por nimiedades; pero eso sólo hace que su relación sea más fuerte y que su amor crezca.

Ambos saben que es complicado estar con alguien de una edad tan distinta, pero ¿quién decide la edad a la que uno tiene permitido enamorarse o la edad ideal de la persona que quieres que esté a tu lado por siempre? Es algo que los dos se preguntan y que expresan en la novela. No importa la edad, el amor es universal y le llega a todos.

El profesor al inicio no lo entiende, pero se deja arrastrar por la jovialidad de Tsukiko. Tsukiko al inicio le es difícil entender la forma de vivir de su ex profesor; pero con el tiempo le es indiferente. Ella sabe que él es quien complementa su alma y que la hace sentir como mujer, como una persona individual; pero al mismo tiempo, una persona que es capaz de complementarse con el otro.

Un amor lento

El cielo es azul, la tierra blanca

Como toda la literatura japonesa, los sucesos son lentos, como si no pasara nada. Si esperas ver escenas pasionales o situaciones extravagantes de amor y locura; esta no es tu novela. En “El cielo es azul, la tierra blanca” todo pasa lento. Los días son como los nuestros. A veces salimos a dar una vuelta, a veces nos quedamos en casa. Hay días en los que pasa algo que nos llena de sentimientos y hay otros en lo que leemos o vemos alguna serie sin hacer otra cosa. Así es este libro: sencillo, dulce, tranquilo, lento y donde las situaciones se van dando de forma natural; nada forzado; un amor que nace solito, sin arreglos, sin grandes estímulos. Así, como cuando llega alguna estación del año o como el viento que a veces sopla lento y sensual y a veces con violencia y fugacidad.

Kawakami logró transmitir un amor puro, solitario y sensible. Un amor bonito, sin prisas, sin ataduras. Un amor que pide sólo ser correspondido por la otra persona, que la abrace y que juntos construyan un camino, un sendero cíclico como la caída de las hojas o el florecer de las sakura.

El cielo es azul, la tierra blanca es una obra que disfrutarás de manera pausada y poética. Un libro que se debe leer despacio para comprender a los personajes, para darte cuenta del sutil amor que crece entre los personajes. Para comprenderlos mejor. Una historia cargada de simbología japonesa que no puedes dejar de leer si eres amante de este tipo de literatura.

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