
Poesía: virus
Atrapada y sin poder salir, no sólo de mi mente y de mis sentimientos oscuros
aquellos que cambian conforme a la marea de mi propio corazón.
Los barrotes están dentro de mi mente, también en mi propia casa
mi corazón se encierra como todas las personas y quiere ser libre como antes lo era.
Encerrada me encuentro ante una amenaza externa que invade el mundo
un virus que lentamente entra al cuerpo y lo contagia, lo enferma, lo mata.
Su nombre no quiero mencionar
de tan sólo decirlo en voz alta, escribirlo o pensarlo; la ansiedad revive como este virus
que de la nada salió para conquistarnos, para mantenernos encerrados
para cambiar el curso de la Tierra en tan sólo un segundo;
para alejarme del mundo, de la vida; de aquello que por años he construido
para separarme de lo mucho que he sanado
de todo lo que he aprendido, de los sueños y metas que deseaba emprender este año.
La locura y la tristeza se hacen presentes. No sé qué hacer, la monotonía me carcome
ya no deseo cocinar, ya no quiero los platos lavar
la crisis entra al tener que limpiar todo lo que entra a casa, a usar un cubre bocas que me estorba
a no querer tocar nada con las manos, al miedo de contagiarme porque puse un pie afuera.
Estoy enjaulada, leyendo, escribiendo; viendo el cielo a través de la ventana
“no pasa nada, te gusta estar en casa”
agarro un libro, escribo unos versos; la música no deja de acompañarme
veo alguna serie, una película alegre; lo que sea para mantener activa mi mente.
Y así como el virus apareció, la ansiedad vuelve a hacer de las suyas
sé que muchas personas la pasan terrible,
pero, ¿cómo es que alguien con síndrome ansiosos depresivo crónico
puede vivir en este estado de aislamiento?
Me siento cómoda haciendo lo que más me gusta, pero ya no soporto la monotonía del día a día
de escuchar o ver en redes sociales el problema
ya no me dan risa los memes, ya no soporto que hablen del mismo tema.
En casa mi madre entra en paranoia, los gritos se escuchan por creer que soy una idiota
lo que he trabajado y sanado se ha ido a la basura
el virus me ha regresado al estado depresivo en el que antes me encontraba,
del que creí salir en un momento, pero que siempre vuelve en forma de enojo
en forma de no querer hacer nada, de no interesarme por nada
en apatía que me invade por las mañanas cuando no quiero abrir los ojos
y deseo seguir durmiendo para aislarme sin que nadie me dirija la palabra.
¡Ya no quiero hacer las tareas domésticas! Deseo salir y ver el cielo, los árboles y las flores
el viento ya no mueve mis cabellos, la lluvia no la siento en mis manos
mi azotea no es suficiente, sigo sintiendo el encierro que me han impuesto
un encierro que no sólo me mantiene dentro de casa
sino que hace que mis emociones se encapsulen, se confundan
y entren en un conflicto, casi imposible de sobrellevar.
Todo es extraño cuando llego a salir al mercado, a la farmacia, a la tienda de la esquina
parece un mundo nuevo y desconocido.
Las personas en las calles están con tapabocas, hay pocos automóviles y casi no hay gente.
Es un espectáculo entre hermoso y aterrador
me invaden pensamientos de: “ojalá la ciudad estuviera así de vacía para siempre”
Sentimientos encontrados: estoy bien en mi zona de confort
pero ya no quiero hacer la rutina del día a día
despertar y pensar en hacer de comer para la familia; lavar los trastes o la casa limpiar.
Quiero salir al mundo. Viajar, conocer lugares distintos y escribir relatos nuevos
el virus le ha metido freno a ese sueño que he deseado
desde que pisé por primera vez el extranjero.
¿Cuándo volveré a viajar? ¿Cuándo cumpliré mis metas?
¿Cuándo será el día en que pueda reunirme con personas desconocidas de nuevo?
¿Será que podré vivir sin miedo, sin aquella voz, parecida a la de mi madre,
que repite una y otra vez que la humanidad se ha jodido por completo?
¿Esa voz que dice que este año no saldré, que no veré a mis amigos;
una estridente, cansada y pesimista voz que dice que en diez años todo volverá a la normalidad?
¿De verdad en diez años podré viajar nuevamente?
¿En diez años visitaré el país que tanto me gusta y estar junto a ustedes de nuevo?
¿En diez años tendré que soportar el miedo de otra persona
que me lo transmite como si fuera mío?
La tristeza me invade, mis sueños se han roto
me digo que todo estará bien, que los proyectos que tenía se cumplirán
que saldré adelante y que el virus sólo será un obstáculo que lograré sanar
una brecha que podré sortear, darle la vuelta y superar;
así como todo lo malo que he vivido días atrás
como esos momentos en los que he querido abrazar la muerte:
la única salida que he logrado encontrar.
El virus llegó para cambiar algo, para enseñarnos el poder del mundo
para que las personas se den cuenta de la falsa importancia de lo material
algo que aprendí cuando una persona que amaba dejó todas sus pertenencias atrás.
Este encierro hizo que reconociera mis debilidades, pero también mis fortalezas
aquello que no estoy dispuesta a hacer
a encontrar una nueva forma de relacionarme con los demás.
Me mostró lo mucho que amo leer, que deseo vivir de mis libros
que la música siempre será mi aliada y que en momentos difíciles
los únicos que pueden sanarme siempre estarán a mi lado para animarme.
A veces deseo que todo acabe, que desaparezca el mundo para siempre
me encierro y no quiero saber de nadie, me enojo y lloro por la opresión que la monotonía
en mi corazón deposita como una gran y gris nube.
Por momentos me siento a gusto, la verdad es que todo el tiempo he estado en cuarentena
pero deseo estar en casa por voluntad propia y no porque me obliguen a hacerlo
no para escuchar noticias que contaminan mi alma,
no para soportar la paranoia del día a día de una persona que la tengo tan cerca.
¿Cómo será el regreso a la vida diaria? Es algo que me produce ansiedad,
pero así como logré adaptarme a la ausencia de mi padre;
así como logre respirar después de sentir que el pequeño corazón,
el corazón de mi ángel, se detuvo para siempre;
cuando le dije adiós al hombre que más amaba en el mundo
y viví la separación de aquellos que me hicieron renacer de nuevo;
el virus será un problema al cual encontraré solución, con quien podré coexistir
y con quien lograré convivir y aceptar que está en la Tierra
sin que trunque mi vida, sin que detenga mi sueños
sin que nadie germine más miedos en la persona fuerte que soy.

