Vida Diaria

Vida diaria: los días del confinamiento

Los días del confinamiento han sido difíciles. Al inicio actuaba con normalidad ya que la mayoría del tiempo he trabajado desde casa. Pero después de un mes y medio, en el que comprendí por dónde iba la situación y que no estaba en casa por cuenta propia, llegaron los ataques de ansiedad.

Reconocí que durante la cuarentena mis planes a futuro se estropearían o se limitarían. Fue cuando dejé de publicar en Facebook, incluso en mis dos cuentas: en la propia y en la de mi escuela/editorial.También dejé de escribir en el blog, aunque poco a poco resolví ese dilema; pero existen días en que no sé qué escribir. Y es horrible. No quiero que todo el trabajo que he realizado por un año se vaya al demonio y no sea relevante para Google. Con el tiempo empecé a escribir, tal vez no diario, pero sí de vez en cuando para no dejar olvidada la página web.

Pero ¿qué pasa con las redes sociales? No tengo idea del por qué no me dan ganas de publicar nada ahí. Por una parte puede ser porque me duele ver sólo un like. Otra sería porque me da flojera tener que diseñar o buscar frases. También puede ser porque no quiero estar al pendiente de ellas. Me da mucha, pero mucha pereza revisar Facebook. Fue por eso que me mudé a Instagram. Ahí comencé a subir fotos o historias. Lo sentía más fácil y más cercano. Pero desde que empezó junio, ya lo olvidé. ¿Y Twitter? Ahí sólo entro para quejarme de algo o para compartir algún poema mío o de alguien más. En estas dos últimas es donde tengo más actividad, pero me aburren.

¿Y qué onda con la escritura o lectura?

los días del confinamiento

También no ha sido fácil en estos días de confinamiento. Si soy sincera no he escrito nada. Si algún poema o pensamiento perdido, pero no he seguido mi reto de un poema por día, lo cuál me pone triste. Escribo en mi diario para soltar cosas que me pasan sobre la cuarentena o personales. Trato de escribir un cuento, de seguir con Diarios de Japón; pero no puedo. Me gana la apatía y quiero estar en mi cama todo el día sin hacer nada, porque ni de leer tengo ganas.

He leído muy poco estos meses. Tengo muchos libros disponibles, incluso nuevos y ninguno me atrae ni me llena. Hubo un tiempo en que todo esto mejoró, pero otra vez estoy en ese limbo de “no quiero hacer nada” “¿Para qué hago si la contingencia ya mandó todo al demonio?” “¿Para qué saco libros si nadie me los va a comprar y ni presentaciones puedo hacer?” “¿Para qué le dedico tiempo a mi escuela/editorial si en estos momentos a nadie le importa publicar o conocer más sobre creación literaria?”

Bueno, tal vez exagero un poco porque en esta cuarentena me llegaron tres alumnos y eso lo agradezco infinitamente. Todos los martes hablo sobre lo que más me gusta y le enseño a otros lo que me apasiona. Es hermoso ver cómo mis alumnos han crecido y que entienden lo que les digo, pero sólo son los martes. ¿Y los demás días?

Quise hacer Facebook live InstaLive y podcast y la verdad, sólo lo hice dos o tres veces y lo dejé. No obtuve el alcance que quería y me desanimé. Pero bueno, que eso se logra con constancia. Algo que perdí en esta cuarentena. Lo único que hago de manera periódica es ejercicio diario, mis clases de los martes y leer una o dos páginas. También el tratar de escribir dos o tres veces aquí en el blog; pero lo demás, mi calendario de publicaciones en redes, mi escritura y el marketing lo he dejado de lado.

Poco es mucho

los días del confinamiento

También puede ser que exagere, perdonen por sacar mis frustraciones en el blog —esto debería de ir en mi diario—; pero quise escribirlo porque sé que muchos estamos en la misma situación. Las cosas se frenaron y estamos ante una incertidumbre que nos ha afectado mucho.

Intento ver lo positivo. Tengo tres alumnos que me acercan a la escritura. He desempolvado cuentos antiguos para corregirlos y mejorarlos —los de Las 4 estaciones, por si se lo preguntaban—. Mantengo a mis fieles seguidores en redes sociales a pesar de que no he publicado nada y sé que tengo lectores en el blog aunque sean pocos.

La inspiración me llega por momentos y cuando la tengo, trato de escribir algo —como esta entrada—. Leo más de lo que he estado leyendo estos días. Me salgo a la azotea y veo el atardecer mientras hablo del motivo por el que estamos en este mundo y trato de mejorar mis conocimientos de escritura con talleres o pláticas. Lo que sea para no olvidar el camino.

A veces me gustaría ser como mi hermana que hace tres mis cosas cuando yo sólo hago dos —y con mucho trabajo—; pero ella es así y yo no. Me gusta estar/hacer muchas cosas, pero en estos momentos, no me siento así. Por eso creo que ese poco que hago, ya es mucho para el cómo me siento en estos momentos porque sé que puedo dar más.

Espero regresar a como era antes, a estar más activa a crear y a estar junto a ustedes. Creo que eso me hace mucha falta: la compañía de mis lectores.

¿Como ha sido los días del confinamiento en sus vidas? ¿Se han decaído? ¿Han dejado de hacer cosas que antes hacían? ¿Han perdido el interés? Me gustaría leerlos.

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