
Recomendación literaria: El gorrión de Java de Natsume Soseki
Soseki se ha convertido en uno de mis autores japoneses favoritos debido a la manera de escribir y describir las escenas. Tiene distintas maneras de narrar sus historias, algunas son críticas hacia la sociedad, otras son sensibles y melancólicas; pero recién leí una antología de cuentos muy distinto a lo que estaba acostumbrada a leer de él. Son siete historias autobiográficas y narradas en primera persona; algo que él no hacía, algo con lo que estaba peleado, me refiero a la novela del yo.
El gorrión de Java
En un inicio quería explicar cada uno de los cuentos del libro, pero después decidí que son tan cortos que les contaría toda la belleza que hay dentro del libro. Los siete cuentos son preciosos, espirituales y maravillosos.
Como toda literatura japonesa, las historias tienen nostalgia, la descripción del día a día y el budismo zen que está impregnado en cada una de las frases. Soseki venía de una familia de samuráis; mismos que tenía inculcados el zen dentro de sus quehaceres. Es por eso que la literatura de Natsume contiene tanta espiritualidad y, estas siete historias, son la representación perfecta de ello.
La lluvia se reflejaba en la hierba y en los árboles y era tan fina que más bien parecía una niebla melancólica.
En algunas habla sobre sus maestros, en otras sobre su vida diaria, su rutina de escribir y hasta cuando estuvo enfermo. Cada una de sus vivencias tienen algo que deja un tipo de calor en el corazón. Tal vez no sea una enseñanza o moraleja, pero sí algo que hace suspirar.
Sus cuentos son tan efímeros y bellísimos que dejan en el lector una sensación de querer desenredar la historia, de sentirla y percibirla. No es sólo lo que el autor quiso contarnos, sino lo que generó en cada uno de nosotros al leerlo. Por eso los siete cuentos son tan filosóficos, tan sencillos y, como lo dice el prólogo, dignos de alcanzar el satori: la iluminación.
Un tipo de koan
El prólogo, escrito por Manuel Astur, nos dice que los koan son preguntas, historias y acertijos que los maestros zen cuentan a sus alumnos. Su propósito es que los alumnos desentrañen el significado. Los cuentos de Soseki en esta antología son así. Tal vez para alguno un cuento signifique algo y para otro, algo completamente distinto.
Astur nos dice que el autor no juzga ni nos dice lo que debemos sentir 0 pensar. El autor se limita a mostrar lo que ve y el lector es quien completa el mensaje con sus vivencias, experiencias y sentimientos.
Los siete cuentos así son. En ellos Soseki nos narra el hecho en sí, lo que sucede, lo que le pasa y lo que ve. El lector le da sentido a lo que acaba de leer. Tal vez sus cuentos narren una historia sin más allá que un simple cuento; pero son textos que hacen que el lector sienta, piense y se entregue emocionalmente a los acontecimientos.
El primero, llamado “La tarde de mi llegada a Kioto” narra el frío que sintió cuando llegó a la prefectura. Nos describe la nieve y los paisajes invernales; pero la magia radica en que el autor logró que el lector se sintiera en ese lugar, con ese frío y con el corazón derritiéndose por la belleza del lugar. No sucede nada, sólo es una simple descripción del frío y de los blancos parajes; pero entre líneas existe ese momento zen, esa espiritualidad y humanidad que despierta algo que, seguramente, tenías escondido.
Algo que me gustó muchísimo es que hace referencia a autores occidentales. En especial una cita al poema de Poe: El cuervo.
Me pregunté cuantos años tendría pensado quedarse el profesor entre nosotros y recordé algo que dijo: cuando se marchara, jamás regresaría. Me acordé entonces de un poema de Poe: Never more, never more.
Los cuentos de El gorrión de Java me dejaron satisfecha. Volvería a leerlos cada vez que la oportunidad se presente o sólo para entrar en la escritura zen de Soseki. El libro se ha colado en mis favoritos de este año.

