
Vida diaria: Día de la biblioteca 2020
El 24 de octubre se celebra el Día de la Biblioteca y, aunque no haré un post largo, sólo quiero darle las gracias a esos lugares llenos de magia.
Este año visité una o dos veces la biblioteca de libros japoneses porque cerraron por el COVID. Lo extrañé mucho. El año pasado me acostumbré a ir cada mes por libros nuevos y ahora que no pude, me hizo falta.
Pero el hecho de que no tuviera la oportunidad hizo que me sumergiera en mi biblioteca personal y leyera libros que tenía ahí, que no había leído o que les di una segunda oportunidad.
También compré muchos libros e incrementé mi espacio, algo que me gusta mucho. Me encanta comprar libros y ver cómo crece más y más.
Las bibliotecas, sean públicas o personales, están llenas de historias.
En una pública, me gusta darme cuenta de que alguien más leyó el libro que tengo en mis manos. Me encanta ver que subrayan frases o que dejan un recuerdo como un separador o una flor.
En la personal, me gusta recordar cómo obtuve ese libro, la historia detrás de su compra, de la persona que me lo regaló o si llegó a mí porque me lo prestaron o lo intercambié en alguna feria. Me encanta ver cómo crece y la sensación de tener que hacer espacio porque ya no caben y, aún así, sigo comprando más.
Mi meta en la vida es tener mi casa llena de estanterías repletas de libros. Del suelo al techo. Donde no quepa nada más que aquello que más amo en este mundo. Sin libros no existiría vida y soy feliz de pasar tiempo junto a ellos. Es por eso que honro mis libreros y les doy ese lugar especial en mi vida.
Cada biblioteca tiene su propio corazón y este día de la biblioteca recuerdo con amor aquellas que he visitado y me han regalado momentos increíbles e historias nuevas. Revivo el entrar a una casa y conocer la biblioteca de otras personas, sus gustos y la manera en que los acomodan. Y, por supuesto, miro mis libreros y suspiro llena de felicidad porque cada uno de mis libros tiene un fragmento de mí en sus hojas, en sus portadas, en su existir.

