La historia de la orquídea
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La historia de la orquídea

Hace un año nos llegó una orquídea con tres flores. Era maravilloso observarla porque sus matices violetas coloreaban la habitación, pero después de varias semanas, sus pétalos se cayeron y tan solo quedó una vara.

Muchas veces la veíamos y nos preguntábamos: ¿volverá a dar flores? ¿No estará seca ya? ¿Y si se muere?

Las semanas y los meses pasaron y tan solo la planta se conformaba por hojas y una rama, no era algo atractivo de ver y hasta pasaba desapercibida.

Pero un día, cuando la regábamos, nos dimos cuenta de la magia: una pequeña ramita salía del tallo principal y poco a poco empezó a crecer más y más. Una maravilla. Después, se empezaron a formar unos botones morados y rosáceos, siete en total, ahí donde se alojarían las flores. Crecían y crecían, unos más que otros y parecía que reventarían de un momento a otro.

Fueron días angustiosos. Los siete capullos estaban enormes, a punto de explotar, pero no lo hacían. ¿Llegarían a abrirse? ¿Y si la planta se moría o si se le caerían sus pétalos antes de nacer?

Y cierta mañana de otoño, el primer botón abrió. El más grande, la líder de las siete. Después de que ella floreció, las demás siguieron sus pasos y después de haber sido una ramita en una maceta, ahora brilla en la sala de nuestra casa con sus colores y con su figura.

Esta foto fue el momento en el que el primer capullo abrió sus pétalos, un momento en el que se nos fue el aliento y sonreímos. El Mono no Aware, un haiku real. Después de días de creer que la planta había muerto y que sus colores estaban opacados, floreció y ahora brilla de color purpúreo.

.. botón malva
matinal nacimiento
de la orquídea..

Es una historia real donde la orquídea nos enseñó como su ciclo de vida tan perfecto es igual al nuestro.

A veces nosotros brillamos, pero llega un momento en que nuestros pétalos se caen y parece que hemos muerto, pasamos tan desapercibidos que creemos que ya no volveremos a colorear el mundo. Y vivimos, lo intentamos, seguimos día a día hasta que cierta mañana despertamos y nuestros pétalos han vuelto a crecer.

La orquídea en mi vida

A principios de este año, sucedieron cosas en mi vida que me llevaron a sentirme como la ramita seca de la orquídea, incluso peor, creí que me secaría para siempre, lo veía venir, lo anhelaba… Mis raíces, mis hojas, todo se secó y de verdad sentí que no saldría de esta. Jamás me había sentido tan mal, tal vez unos cuatro-cinco años atrás me sentí similar, pero no, esta vez fue tremendo, horrible, tenebroso, oscuro. Dolió mucho.

Dejé de verme, pasé desapercibida y las personas en quienes confiaba dejaron de regarme. Me hundí, mi tierra se volvió ceniza, mi tallo negro, mis hojas grises. Me sentí abandonada como la orquídea que, aunque la regaba y la cuidaba, creí que ya estaba muerta y, la verdad, se veía feíta sin sus flores, pero la planta me enseñó que esto no es así, que aunque sólo es el palito, dentro de ella hay belleza y que, cuando llega su momento, saldrá a la luz.

Y como la orquídea, empecé a crecer. Poquito a poquito me brotaron botones y ya está floreciendo. Lento, tranquilo, como las flores de la orquídea que se tomaron su tiempo para vivir de nuevo y mostrar su belleza, sus colores.

Así empecé a escribir, a actualizar el blog, a hablar con otras personas, a salir al mundo porque estaba encerrada, a oscuras, en las raíces, como la flor morada que no había visto la luz y que ahora resplandece. Empecé a germinar, a escuchar música, leer, hacer ejercicio, caminar.

Me gustó la analogía porque la orquídea me enseñó que no siempre estoy radiante, que no siempre estoy rodeada de colores; que a veces me apago y muero, se me caen mis pétalos y, después de un tiempo, a mi ritmo puedo volver a florecer.

Por cierto, hacía mucho, pero mucho tiempo que no escribía un haiku. Me encantó hacerlo de nuevo. Espero seguir con la práctica y que les guste.

Mis tonos no se apagan, mi belleza tampoco, no dejan de existir. Tan sólo se ocultan, se van como las hojas en el otoño para después volver a brillar y vivir, como bien me enseñó este año mi orquídea.

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